La FAO, el PMA y el UNICEF advierten de que en El Fasher y Kadugli se registra el nivel más alto de inseguridad alimentaria aguda y malnutrición, al tiempo que se observan mejoras y una reanudación de los servicios allí donde los combates han remitido
Oficinas de la FAO dañadas en Jartum, agosto de 2025.
©FAO / Shuaib Shamrouk
Roma, Nueva York y Ginebra - El último análisis de la inseguridad alimentaria y la malnutrición en el Sudán pone de manifiesto grandes contrastes a lo largo de las líneas de fuego, según advirtieron hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). En las zonas donde la violencia ha remitido —permitiendo el acceso humanitario y la recuperación de los mercados— la seguridad alimentaria ha empezado a mejorar. Sin embargo, la hambruna se ha apoderado de las zonas afectadas por el conflicto, que han quedado en buena medida bajo asedio o aisladas de la asistencia humanitaria.
Los organismos piden el fin de las hostilidades y un acceso humanitario seguro, sin obstáculos y sostenido, un requisito urgente para evitar más pérdidas humanas y proteger los medios de vida.
La última instantánea especial de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) sobre la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición confirma que, en septiembre de 2025, la inseguridad alimentaria aguda había mostrado una leve mejora. Según las estimaciones, 21,2 millones de personas (el 45 % de la población) padecían altos niveles de inseguridad alimentaria aguda (fase 3 o superior de la CIF). Además, 3,4 millones de personas han dejado de padecer hambre en grado de crisis (fase 3 o superior de la CIF) en relación con el análisis anterior (de diciembre de 2024 a mayo de 2025).
Estas mejoras se deben a la progresiva estabilización observada desde mayo de 2025 en los estados de Jartum, Al Jazirah y Sennar, donde la intensidad del conflicto ha remitido. Las familias regresan a sus hogares, los mercados vuelven a abrir y se ha restablecido de forma más regular el acceso a suministros comerciales y humanitarios. No obstante, estos avances son limitados: la crisis generalizada ha devastado la economía y los servicios esenciales, y buena parte de las infraestructuras que necesitan las personas han resultado dañadas o destruidas.
Se prevén también unas condiciones favorables para la agricultura tras la cosecha y a lo largo de 2026, lo que supondría una mejora que reduciría el número de personas que padecen hambre en grado de crisis a 19,3 millones (de octubre de 2025 a enero de 2026).
Sin embargo, estas frágiles mejoras se dan en zonas muy localizadas. Muchas familias que regresan a Jartum y Al Jazirah lo han perdido todo y tendrán dificultades para aprovechar plenamente la cosecha. Mientras tanto, en las regiones occidentales del Sudán —sobre todo en Darfur Septentrional, Darfur Meridional, Kordofán Occidental y Meridional— el conflicto activo y las graves restricciones de acceso están provocando un fuerte deterioro de la situación del hambre y la malnutrición.
A partir de febrero de 2026, se prevé un empeoramiento de la situación del hambre debido al agotamiento de las reservas de alimentos y la continuación del conflicto. Las cifras de la CIF apenas varían porque la situación es demasiado volátil para poder prever resultados respecto a las 841 000 personas que residen en las zonas más afectadas, entre ellas El Fasher, Kadugli, Dilling y partes de Kordofán Meridional.
“Pese a los inmensos desafíos, la FAO y sus socios mantienen su compromiso de apoyar a las comunidades allí donde el acceso lo permita”, señaló el Sr. Rein Paulsen, Director de Emergencias y Resiliencia de la FAO. “Las semillas, los aperos y el ganado son un salvavidas para millones de agricultores y pastores sudaneses. Restablecer el acceso y posibilitar la producción local de alimentos es esencial para salvar vidas y proteger los medios de vida”.
Confirmada la hambruna en las ciudades sitiadas de El Fasher y Kadugli
Según el Comité de Evaluación de la Hambruna de la CIF, se están registrando condiciones de hambruna (fase 5 de la CIF, con pruebas razonables) en El Fasher, en Darfur Septentrional, y en Kadugli (Kordofán Meridional). Ambas ciudades se encuentran prácticamente aisladas del suministro comercial y de la asistencia humanitaria debido al conflicto. En 2024, estas zonas se clasificaron en la fase 4 de la CIF (emergencia). Ya se han superado los umbrales de hambruna en materia de consumo de alimentos, malnutrición aguda y mortalidad.
En Dilling (Kordofán Meridional), es probable que las condiciones sean similares a las de Kadugli, pero no se puede establecer una clasificación debido a la falta de datos fiables, como consecuencia de las restricciones al acceso humanitario y de las hostilidades en curso.
En las montañas occidentales de Nuba, la situación ha mostrado una ligera mejora, por lo que se ha pasado de riesgo de hambruna a la fase 4 de la CIF (emergencia). Sin embargo, si no mejora el acceso humanitario, el riesgo de hambruna seguirá siendo alto.
El Comité de Evaluación de la Hambruna prevé riesgo de hambruna en otras 20 zonas del Gran Darfur y del Gran Kordofán, incluidas localidades rurales y campamentos de desplazados, así como nuevos puntos precarios en Darfur Oriental y Kordofán Meridional.
La emergencia nutricional impulsa la mortalidad infantil
Las tasas de malnutrición aguda global observadas en los datos de los cribados son alarmantemente altas: oscilan entre el 38 % y el 75 % en El Fasher y alcanzan el 29 % en Kadugli, según la CIF.
Mientras tanto, los brotes de cólera, malaria y sarampión siguen aumentando en algunas zonas donde han colapsado los sistemas de salud, agua y saneamiento, lo que incrementa aún más el riesgo de muerte entre los niños malnutridos.
“La combinación letal de hambre, enfermedades y desplazamiento está poniendo en peligro la vida de millones de niños”, afirmó la Sra. Lucia Elmi, Directora de Operaciones de Emergencia del UNICEF. “Las niñas suelen llevarse la peor parte, pues corren un mayor riesgo de sufrir malnutrición y violencia de género y de ser obligadas a dejar la escuela. Los alimentos terapéuticos, el agua potable y los medicamentos y servicios de salud esenciales pueden salvar vidas, pero solo si podemos llegar a los niños a tiempo. Necesitamos urgentemente que las partes en conflicto respeten sus obligaciones dimanantes del derecho internacional y garanticen a los actores humanitarios un acceso seguro, oportuno y sin obstáculos”.
El acceso humanitario y la financiación son factores fundamentales
Los determinantes del hambre son obvios en todas las regiones gravemente afectadas: los conflictos, los desplazamientos y el bloqueo del acceso humanitario. En El Fasher y Kadugli, la población lleva meses sin acceso seguro a alimentos y a la atención médica. Los mercados se han hundido y los precios de los productos de primera necesidad se han disparado.
“Los denodados esfuerzos del PMA han dado lugar a avances importantes, gracias a los cuales en la actualidad se presta asistencia alimentaria vital a más de 4 millones de personas cada mes”, declaró el Sr. Ross Smith, Director de Preparación y Respuesta ante Emergencias del PMA. “Somos testigos de todo lo que se logra cuando la ayuda vital llega a su destino: las familias se reconstruyen, los mercados se reactivan y los niños reciben los alimentos necesarios para sobrevivir. Pero el conflicto sigue determinando quién come y quién no. Hay demasiadas comunidades abocadas a la inanición simplemente porque no podemos llegar hasta ellas. Necesitamos financiación adicional y acceso sostenido y sin obstáculos —sin demora— para impedir que se extienda la hambruna”.
El UNICEF, el PMA y la FAO están dando prioridad a las zonas más afectadas mediante apoyo integrado en materia de alimentación, nutrición, agua, saneamiento e higiene, protección y apoyo agrícola y de salud animal. Pero el acceso sigue siendo irregular, y los trabajadores y suministros humanitarios son objeto de ataques frecuentes, mientras los convoyes de ayuda afrontan retrasos, denegaciones y amenazas a la seguridad.
Si no logramos un acceso seguro y sostenido, una financiación adecuada y el fin de la violencia, la hambruna seguirá cobrándose vidas en el Sudán.
Nota para los redactores:
LA CIF y su Comité de Evaluación de la Hambruna son procesos técnicos independientes y basados en datos objetivos que cuentan con el apoyo de múltiples organizaciones, entre ellas la FAO, el PMA y el UNICEF. La declaración de hambruna no depende de un único organismo.
Sudan: IPC Acute Food Insecurity (September 2025 - May 2026) (Sudán: la inseguridad alimentaria aguda con arreglo a la CIF (septiembre de 2025-mayo de 2026)
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