El estrés térmico puede provocar trastornos relacionados con el calor, y quienes trabajan en los sectores de la agricultura, la silvicultura, la pesca y la caza son más propensos a sufrirlo. © FAO/Olympia de Maismont
El planeta Tierra se calienta cada vez más.
La Organización Meteorológica Mundial informó de que 2024 fue el primer año completo en el que las temperaturas globales superaron 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, convirtiéndose en el más caluroso de los 175 años transcurridos desde que hay registros. Es más, hay un 80 % de probabilidades de que uno de los próximos cinco años supere a 2024 como el año más caluroso jamás registrado.
Los medios de vida de cientos de millones de personas requieren trabajar al aire libre, y los trabajadores agrícolas son un gran porcentaje de ellos. Cuando se sufre estrés térmico y el cuerpo es incapaz de enfriarse, pueden aparecer trastornos relacionados con el calor.
¿Entonces, en qué consiste el estrés térmico? Este se produce cuando el cuerpo no puede disipar suficientemente el calor corporal. La sudoración es la forma que tiene el cuerpo de mantener su equilibrio. Por lo tanto, no se trata simplemente de algo que nos moleste. El cuerpo humano funciona mejor a una temperatura interna de 37 °C. Cuando la temperatura corporal es demasiado alta o demasiado baja, los órganos internos no funcionan de forma eficiente.
El estrés térmico afecta a las personas de manera diferente, algunas corren más riesgo que otras. Saber en qué consiste puede proteger su bienestar o incluso salvarle la vida.
Si no lo sabe, ¡no se preocupe! La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha elaborado esta publicación exhaustiva, y a continuación le presentamos tres de sus mensajes clave:
1. Conozca cómo el calor afecta a su cuerpo y mente
Nuestros cuerpos convierten los alimentos en energía, de la cual solo una pequeña parte se utiliza para realizar trabajo. El resto se transforma en calor, que es transportado por el torrente sanguíneo hasta la piel y es liberado al ambiente. En condiciones cálidas, esto se consigue a través de la sudoración.
Sin embargo, no todo el mundo suda igual. Las personas que sudan menos de forma notoria son más vulnerables al estrés térmico. Además, quienes trabajan al aire libre durante largos periodos de tiempo —como los trabajadores agrícolas—, son más propensos al estrés por altas temperaturas.
El calor no solo pasa factura al cuerpo, sino que también afecta al estado de ánimo y al comportamiento, lo que se traduce en un aumento de conductas imprudentes y un mayor riesgo de accidentes.
Los trastornos relacionados con el calor se producen cuando el cuerpo es incapaz de enfriarse lo suficiente y comienza a acumular calor.
El tipo más común de trastorno de este tipo es el agotamiento por calor. Al sudar, su volumen sanguíneo se reduce, lo que supone una carga para el sistema circulatorio, ya que este debe trabajar más para suministrar sangre tanto a sus músculos como a la piel para enfriar el cuerpo. El agotamiento está relacionado con la deshidratación y puede progresar hasta convertirse en un golpe de calor.
El golpe de calor es el más grave de estos trastornos y puede resultar mortal si no se trata rápidamente. A menudo se desarrolla después de una actividad física prolongada en condiciones calurosas. Las personas con mayor riesgo son aquellas que no están aclimatadas al calor, que no están en buena forma física, que son obesas o que padecen enfermedades cardiovasculares subyacentes. El consumo de alcohol aumenta además el riesgo.
Las tasas de mortalidad por trastornos relacionados con el calor son mucho más altas en los que trabajan en los sectores de la agricultura, la silvicultura, la pesca y la caza que en el promedio de la población activa.
A medida que aumentan las temperaturas globales, saber qué es el estrés térmico y cómo afecta a su cuerpo puede ser crucial para su bienestar. Arriba/izquierda: © FAO/Giulio Napolitano. Abajo/derecha: © FAO/Hkun Lat
2. Reconozca los síntomas
¿Siente sed cuando hace calor? Quizás sea la forma que tiene su cuerpo de manifestar su necesidad de aumentar la ingesta de líquidos enviando una señal a su cerebro.
Preste atención a los signos que indican que su cuerpo puede estar ya deshidratado, como enrojecimiento de la piel, fatiga muscular, náuseas, boca muy seca y mareos. Una forma fácil de comprobar si estamos deshidratados es fijándose en el color de la orina. Un color amarillo oscuro de la orina es una señal de que probablemente se necesite beber más agua.
Las personas tienden a reponer solo entre la mitad y dos tercios de los líquidos que pierden y, como resultado, sin saberlo, se exponen al riesgo de deshidratación, lo que aumenta el riesgo de patologías relacionadas con el calor y reduce nuestro rendimiento.
El estrés térmico puede causar síntomas como piel caliente y seca, mientras que el agotamiento por calor puede provocar presión arterial baja y pulso acelerado, con un mayor riesgo de desmayos. Una persona que sufre agotamiento por calor también suele estar muy deshidratada, fatigada, mareada o con náuseas y dolor de cabeza. Cuando esto ocurre, la persona debe trasladarse inmediatamente a un entorno más fresco para descansar y beber agua.
Por otro lado, los calambres por calor pueden producirse cuando se consume una gran cantidad de agua pero no se repone la sal perdida a través del sudor. En este caso de calambres musculares, las pastillas de sal o los líquidos salados pueden resultar de ayuda.
Mantenerse proactivos en cuanto a la hidratación y la protección solar es una forma clave de prevenir el estrés por calor. © FAO/Hashim Azizi
3. Haga algo al respecto
Mantenerse hidratados es fundamental para prevenir el estrés térmico. La cantidad de líquido que se necesita para mantenerse completamente hidratados depende de la actividad que se realice y de las condiciones climáticas.
Sin embargo, en general, para trabajos ligeros en un entorno más fresco, se necesitan alrededor de dos litros de agua al día. En condiciones más extremas, las necesidades de líquido pueden aumentar hasta 15 litros al día. Siempre es mejor beber pequeñas cantidades con regularidad que grandes cantidades de una sola vez.
Se deben evitar bebidas como el café, el té y el alcohol, ya que contribuyen a la deshidratación.
También se recomienda llevar ropa ligera y de colores claros cuando estamos expuestos al calor. Aunque se debe cubrir el cuerpo para evitar quemaduras solares y reducir el riesgo de cáncer de piel, las propiedades del tejido que se lleva puesto son fundamentales, ya que determinan la cantidad de calor que se retiene y la facilidad con la que el sudor se evapora. El algodón es un ejemplo de tejido que permite que el sudor se evapore y ayuda a eliminar la humedad del cuerpo.
El estrés térmico puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad. A medida que aumentan las temperaturas globales, mantener una actitud proactiva respecto a la hidratación y la protección solar puede contribuir significativamente a cuidar su salud.
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