Food and Agriculture Organization of the United NationsFood and Agriculture Organization of the United Nations

Sembrar semillas, cosechar resiliencia


Las agricultoras de Camboya son cada vez más resilientes al clima, y el punto de partida de esa resiliencia han sido las semillas de arroz

Share on Facebook Share on X Share on Linkedin

La estación húmeda de Camboya es cada vez más imprevisible, pero ahora unas semillas mejoradas resistentes a las inundaciones están ayudando a Seuy Phok y otras arroceras a conseguir unas cosechas más fiables. © FAO/Sopheak Em

08/09/2025

Tras el fallecimiento de su madre, Seuy Phok atendía sus campos con escasa ayuda a la vez que criaba ella sola a su hijo. “Mezclar el abono, arar y sembrar: lo hago todo yo sola”, cuenta.

Durante más de cuatro decenios, Seuy cultivó arroz en tierras heredadas de su abuela y su difunto padre, utilizando los mismos métodos que ellos para labrar la tierra en la comuna de Tean Kam, situada en el noroeste de Camboya.

En junio, durante la estación húmeda del país, las lluvias azotan los arrozales y todo el paisaje camboyano, empapando los campos de arroz y las tierras que generaciones de agricultores han cultivado para su sustento diario y los ingresos de sus familias.

En el transcurso de los años, las lluvias se han vuelto imprevisibles —a veces se retrasan, a veces son demasiado intensas—, con lo que los agricultores se encuentran en la difícil situación de no saber cuándo plantar ni cómo cosechar.

Hace cuatro años, lluvias torrenciales sumergieron y anegaron los arrozales de Seuy, dañando sus cultivos. Lo poco que quedó fue difícil de cosechar, y se requirieron máquinas para realizar el trabajo que habitualmente se lleva a cabo a mano.

Fue entonces cuando Seuy oyó hablar del proyecto “Promover medios de vida resilientes al clima en las comunidades arroceras de la región de Tonle Sap”, dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, y se unió a él. El proyecto proporcionaba semillas de arroz de alta calidad aptas para una nueva realidad climática, así como capacitación sobre el terreno en prácticas sostenibles, para ayudar a los agricultores a adaptarse mejor a condiciones climáticas cambiantes.

Tras recibir semillas certificadas y capacitación sobre la producción de semillas, Seuy comprobó que los rendimientos de sus cultivos se duplicaban y empezó a vender semillas además de arroz.

“El primer año vendí un barril y diez sacos de arroz”, recuerda Seuy. “La segunda cosecha fue mucho mejor: dos barriles y cinco sacos”.

El proyecto de la FAO “Promover medios de vida resilientes al clima en las comunidades arroceras de la región de Tonle Sap” puso en marcha escuelas de campo para agricultores y proporcionó semillas de arroz de alta calidad para ayudarlos a adaptarse mejor a condiciones climáticas cambiantes. Izquierda/arriba: © FAO/Bormey Chy. Derecha/abajo: © FAO/Sopheak Em

Las semillas certificadas, además de ser más resilientes al estrés climático, dan lugar al aromático arroz jazmín, una variedad muy renombrada, que genera mayor demanda en los mercados de exportación. “Es bueno, no se decolora y los comerciantes no se lo piensan dos veces”, dice Champey Ream, una arrocera de Ang Trapeang Thmor, paisaje protegido del noroeste de Camboya. “Con él podemos obtener precios mayores”, añade.

Con el apoyo del proyecto “Promover medios de vida resilientes al clima en las comunidades arroceras de la región de Tonle Sap”, Champey adoptó nuevas técnicas que reducían el uso de semillas, abonos y plaguicidas. “Utilizamos menos semillas y aplicamos los abonos siguiendo las técnicas que aprendimos”, explica. “Antes, nuestro arroz padecía enfermedades; ahora, en cambio, está sano, crece robusto y es de una gran pureza”.

A partir de solo 40 kilogramos de semillas, Champey cosechó dos toneladas de arroz con las que ingresó casi 1,5 millones de rieles, que equivalen a 375 USD. “Hemos duplicado nuestro rendimiento”, declara. “Además, a la vez que gastamos menos en semillas y abonos, nuestra salud y nuestros ingresos mejoran”.

La obtención de mejores semillas brindó nuevas oportunidades a Seuy: cercas para los campos, paredes para una casa nueva y más ahorros que reinvertir en su explotación agrícola. Aparte de la tierra, los ingresos adicionales financian la educación de su hijo. “Dedico el dinero que gano a pagar la escuela”, dice. “Favorece el aprendizaje de los niños sin tener que endeudarse”.

Champey ha trabajado con ahínco para asegurarse de que sus hijos y nietos reciban una educación con la que lograr un futuro sostenible. Su hija destacó y consiguió una beca para cursar un doctorado en investigación ambiental, y ahora la explotación arrocera de Champey financia la escolaridad de sus nietos. “Los conocimientos son muy importantes para ayudarlos a ellos y ayudarnos a nosotras”, afirma Champey.

Defensora durante toda su vida del empoderamiento de las mujeres, Champey ha ayudado a organizar sesiones de capacitación para mujeres en su aldea y sueña con desarrollar el ecoturismo en la zona protegida de la comunidad y comercializar sus productos locales.

“Quiero que las demás mujeres sean fuertes, que entiendan el valor los conocimientos”, añade Champey. “No hay que pensar que la riqueza lo es todo: por sí sola, sin conocimientos, no basta”.

Mediante la aplicación de nuevas técnicas que aprendió en los cursos de capacitación, Champey Ream ha reducido el uso de semillas, abonos y plaguicidas, y aun así ha duplicado su rendimiento. Ahora confía en ayudar a otras agricultoras a hacer lo mismo. © FAO/Bormey Chy

Las escuelas de campo para agricultores del proyecto “Promover medios de vida resilientes al clima en las comunidades arroceras de la región de Tonle Sap” contribuyen a difundir los conocimientos relativos a la agricultura sostenible y proporcionan experiencia práctica en 17 zonas protegidas de la comunidad y 45 comunas de la región de Tonle Sap.

En las escuelas, los agricultores conocen el arroz resiliente al clima y aprenden a aplicar eficazmente el abono en función del tipo de tierra. El proyecto promueve las variedades de arroz tolerantes a las sequías y las inundaciones, la preparación del suelo orientada al uso eficiente del agua y la diversificación de los cultivos. En las parcelas de demostración, las lecciones cobran vida, y los agricultores aprenden a documentar los progresos y las mejoras en los rendimientos de cada campaña.

Cuando la financiación para el clima desbloquea el acceso a insumos y conocimientos, los agricultores son capaces de sortear las incertidumbres derivadas de unas condiciones climáticas cambiantes.

Para Seuy y Champey, la agricultura es algo más que un medio de vida; es una vía hacia la dignidad, la independencia y un futuro mejor para sus familias. “Quiero paz para las familias, paz para la sociedad”, dice Champey. “Como mujer, quiero entender el mundo, y ayudar a los demás a hacer lo mismo.”

En los arrozales de Camboya, esa visión está arraigando y propagándose deprisa.

Más sobre este tema

Para obtener más información