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La capital filipina de las algas marinas


Mantener las tradiciones familiares y los medios de vida ante los cambios económicos

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En la provincia de Tawi-Tawi, situada en la parte meridional de Filipinas, se genera alrededor del 40 % de las algas marinas que se producen en el país. © FAO/Dadis Dawnavie

06/06/2025

Un grupo de hombres regresa en pequeñas embarcaciones de madera tras pasar la jornada recolectando algas en el mar de Célebes, frente a una pequeña isla de Filipinas. El grupo entrega las algas frescas a varias mujeres que, con mucho cuidado, transportan los pesados manojos por unas escaleras de madera desvencijadas hasta llegar a unas casas construidas sobre estacas de madera en el mar. Luego, Imilita Mawaldani Hikanti, junto con otras mujeres, se encarga de procesar las algas para venderlas y así poder mantener a sus familias.

Para muchas personas, la importancia de las algas no es tan evidente como la del pescado o las cosechas, pero para los productores de la provincia insular de Tawi-Tawi, situada en la zona más meridional de Filipinas, el cultivo de agal-agal, que es como llaman en esa zona a las algas Eucheuma y Kappaphycus, no es solo un modo de vida, sino que es su vida.

“Aprendí a cultivar algas desde muy joven. Tanto mis padres como la familia de mi esposo eran expertos en el cultivo de algas. Siempre ha sido nuestro principal medio de vida en esta localidad”, afirma Imilita.

Debido a desafíos como el aumento de las enfermedades de las plantas y el estado del mercado local de las algas marinas, cada vez parece menos probable que la población de Tawi-Tawi pueda seguir transmitiendo este medio de vida de generación en generación.

Precios bajos y enfermedades

En la provincia de Tawi-Tawi —conocida como la capital filipina de las algas marinas—, se genera alrededor del 40 % de las 600 000 toneladas de algas que se producen en el país. La mayor parte se destina a la exportación para la elaboración de carragenina, un agente gelificante utilizado en la elaboración de alimentos.

Sin embargo, los precios han fluctuado mucho en los últimos años. La competencia del exterior hizo que en 2024 el precio local del alga seca sin procesar cayera hasta los 25 pesos filipinos por kilo (unos 0,44 USD), es decir, que los productores empezaron a incurrir en pérdidas. Al dejar de obtener beneficios, algunos recurren a prácticas insostenibles para subsistir, como la tala de manglares para obtener carbón vegetal, la pesca con arpón y la extracción de rocas del fondo marino para triturarlas y obtener grava.

Siyulay Juhan, un productor de algas de Tawi-Tawi, señala que las algas también se ven afectadas por otros problemas, como la enfermedad de hielo. Una vez que el cultivo se ve afectado por esta enfermedad —una infección bacteriana provocada por el aumento de la temperatura del mar asociado al cambio climático—, los productores se ven obligados a recolectar rápidamente las algas antes de que su estado empeore o, directamente, a desecharlas.

Las algas marinas tienen múltiples aplicaciones en los sectores alimentario, industrial, agrícola y energético. © FAO/Dadis Dawnavie

Desarrollo de habilidades y aumento de las oportunidades

Ante estos desafíos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se asoció con las autoridades de Bangsamoro —una región situada en la parte meridional de Filipinas—, la Organización Internacional para las Migraciones y el Centro de Comercio Internacional en el marco de un proyecto de promoción e integración de los acuicultores y pescadores en cadenas de valor resilientes. Este proyecto, que está financiado por la Unión Europea y se está ejecutando en la Región Autónoma de Bangsamoro del Mindanao Musulmán, tiene como objetivo mejorar la producción de algas marinas, así como sus cadenas de valor y su comercialización.

Aunque las algas marinas tienen múltiples aplicaciones en los sectores alimentario, industrial, agrícola y energético, no todos los productores conocen estos mercados, por lo que los cursos de capacitación ofrecen nuevas perspectivas sobre las posibilidades que ofrecen.

El objetivo del programa de capacitación práctica es aumentar las habilidades en materia de prácticas acuícolas sostenibles, técnicas climáticamente inteligentes y elaboración de productos de alto valor a partir de las algas. Los participantes adquieren diversas habilidades, desde la preparación del material de plantación hasta el establecimiento de explotaciones acuícolas desde cero. Además, aprenden unos de los otros a través de las escuelas de campo para acuicultores.

Para que el cultivo de algas sea rentable no basta con llevarlo a cabo de manera adecuada, también hay que saber manipular las algas correctamente. Gracias a la capacitación recibida, Javier A. Abdul, un productor de algas marinas, entendió que cultivar algas de calidad permite obtener beneficios. Afirma que el curso fue de gran ayuda para los pequeños productores y que con él aprendieron a mantener el producto limpio, a aumentar los precios de venta y a obtener beneficios.

Los participantes recibieron una capacitación intensiva sobre los distintos mercados de las algas marinas, sus precios y su distribución, así como sobre el modo de ofrecer un producto más competitivo.

“Esta capacitación ofrece a los productores de algas marinas la oportunidad de mejorar sus conocimientos empresariales, les brinda las habilidades necesarias para afrontar los desafíos que plantean hoy en día el cultivo y la comercialización de las algas marinas y contribuye a un futuro más sostenible y económicamente viable para la población de Tawi-Tawi”, señala Lionel Dabbadie, Representante de la FAO en Filipinas y experto en acuicultura.

La enfermedad de hielo y los precios bajos son los principales problemas a los que se enfrentan los productores de algas marinas en Tawi-Tawi. © FAO/Dadis Dawnavie

Diversificación hacia alternativas viables

Los cursos también están capacitando a los productores de algas marinas para que exploren oportunidades en la elaboración de otros productos, como los recuerdos tradicionales de Filipinas —conocidos como pasalubong—, algunos de los cuales están hechos a base de algas y son especialidades gastronómicas locales.

Para mantener a sus ocho hijos, Sitti Juhalla M. Hassan vende pasteles esponjosos llamados mamon y pasteles de arroz cocidos al vapor llamados puto, pero el aumento de los costos ha dificultado la sostenibilidad de su negocio. Gracias al curso de capacitación, aprendió que el puré de algas puede utilizarse para elaborar puto y otros productos de menor costo.

Para los productores, explorar nuevas formas de aumentar sus ingresos más allá de la venta de algas crudas es esencial si desean reducir la dependencia del mercado de la carragenina. Los mercados alternativos incluyen, por ejemplo, la venta de algas marinas para la producción de bioestimulantes o para la elaboración de productos alimenticios como los chips de algas. La FAO está facilitando el contacto entre los acuicultores y los productores de esos productos alternativos.

Hasta la fecha, se ha impartido capacitación a 100 productores de algas. “La intención es que algunos productores de algas se conviertan en los instructores y facilitadores de las futuras escuelas de campo que se establezcan en sus localidades. Así podrán brindar asistencia técnica a otros productores de algas”, explica Dabbadie.

Ahora, los productores de Tawi-Tawi, basándose en su experiencia en el cultivo de algas, pueden hacer frente a los desafíos que se les plantean con un conjunto de habilidades y una confianza mayores. La mejora de sus conocimientos sobre el mercado y las oportunidades disponibles les permite contar con una base más sólida sobre la que construir un futuro más seguro.

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