Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe

José Graziano: El mayor aporte de la FAO en la región fue incorporar el concepto de seguridad alimentaria

El ex Director General de la FAO reflexiona sobre los desafíos estructurales que enfrentó América Latina y el Caribe durante su gestión como Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe entre 2006 y 2011.

30/06/2025

©FAO

El ex Director General de la FAO reflexiona sobre los desafíos estructurales que enfrentó América Latina y el Caribe durante su gestión como Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe entre 2006 y 2011.

En el marco de la conmemoración de los 80 años de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), conversamos con José Graziano da Silva, quien ocupó el cargo de Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe entre 2006 y 2011, y posteriormente se desempeñó como Director General del organismo a nivel global. Su liderazgo marcó una etapa clave para la región, en la que el combate al hambre se posicionó como una prioridad política compartida por la mayoría de los países.

En esta entrevista, Graziano reflexiona sobre los desafíos estructurales que enfrentó la región durante su gestión, el impacto de iniciativas emblemáticas como los Frentes Parlamentarios contra el Hambre y el programa América Latina y el Caribe Sin Hambre 2025, y destaca la evolución del enfoque de FAO hacia una comprensión más profunda de la seguridad alimentaria como un derecho humano y un asunto político de primer orden. También comparte lecciones aprendidas y su mirada sobre el papel de América Latina en los orígenes y en el presente de la Organización.

-¿Cuáles fueron los principales desafíos durante su período como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe?

El gran desafío de América Latina es su desigualdad, que es un tema de estructura, de la propiedad de la tierra, de la distribución del ingreso, las diferencias de lenguas, de la región, de un mismo territorio. Diferencias sociales y económicas muy muy grandes, demasiadas.

Yo creo también que otro reto es que es un continente que se dedica a la agricultura. Es un continente que tiene, en la agricultura, su origen histórico desde el maíz en México. Pero poco se ha cuidado de la distribución de esa producción. Siempre se ha incentivado incrementar el producto, sin pensar en la distribución.

La FAO vino a aportar esa otra dimensión que es tan o más importante que producir, es cómo se distribuye la alimentación. Que la gente tenga qué comer es un reto distinto que de producir los alimentos solamente.

-¿Cuál considera que fue el impacto de la FAO en América Latina y el Caribe, especialmente durante su periodo como Representante Regional?

Yo creo que la gran contribución de la FAO fue aportar a esa dimensión de la seguridad alimentaria. El concepto mismo de seguridad alimentaria, y el concepto de sistemas alimentarios. Y el combate al hambre terminó siendo una prioridad política para la gran mayoría de los países en la región. Y eso fue después de enfrentarse a la subida de precios del 2007-2008. Esa fue una medida de mucho coraje político en ese momento.

Yo creo que el aporte mayor de la FAO fue promover la cooperación entre los países en torno a esa temática.

-¿Cómo ve el rol de la región en la creación de la FAO?

La FAO se creó en 1945 en Estados Unidos, en Hot Springs, en la conferencia. Y la gente que estaba ahí, había dos bandos: una que quería una organización para cuidar el progreso de la agricultura. Hay recordar que es la primera organización internacional después de la guerra, incluso antes de la Organización de las Naciones Unidas, la ONU. Entonces la gente quería compartir el progreso tecnológico de la agricultura norteamericana, que era el único país de la época que tenía excedentes de producción agrícola, todos los demás países de la región tenían un déficit de producción agrícola. Y había otro grupo liderado por el que se convirtió después, años después, en el primer director general de la FAO, Sir John Boyd Orr, quien propugnaba que el combate al hambre debía ser la prioridad de la Organización. No solo producir, sino que hacer que el pan llegara a todos. Y eso fue lo que predominó, gracias al apoyo —muy interesante esto— de la mujer del presidente de Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, fue la que prestó el apoyo y el respaldo político a Boyd Orr en ese momento, e hizo, con su marido, el presidente Roosevelt, transformara el tema en la prioridad política de la fundación de la FAO. Eso se mantuvo durante muchos años. La FAO vista como una agencia de asistencia técnica a la agricultura, cuidado de la producción de las variedades de las semillas, de los abonos. Eso es lo más reciente en esa prioridad, combatir el hambre. Y creo que fue una influencia ajena a la región, que llega desde Europa hasta América Latina.

-¿Cómo influyó el programa Hambre Cero de Brasil y la Conferencia Internacional sobre la Reforma Agraria durante su período?

La influencia del programa Hambre Cero es directa. Fue la primera gran experiencia a nivel de país, de un país de una población, a la época de más de 150 millones de personas, con un nivel de pobreza extrema de un 40% y un número de personas hambrientas récord en la región. Entonces lograr reducir eso a cero en un período tan corto como fue, e influenció hasta la misma discusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No es por si acaso que el objetivo número 2 dice Hambre Cero. Eso viene de ahí.

Yo creo que eso afectó toda América Latina, al mostrar que es posible, si hay voluntad política y determinación de un país, erradicar el hambre.

Sobre la Conferencia de Reforma Agraria, se hizo en un momento de recuperar el tema. La Reforma Agraria había tenido su auge en los años 60, con la política del presidente Kennedy, de evitar “otras Cubas” en la región, en el sentido de mejorar la distribución de la tenencia de la tierra, entre otras.

En 2006, en Porto Alegre, Brasil, se recuperó esa idea de un desarrollo territorial, que es necesario para erradicar el hambre y la miseria. Esa, creo que ha sido la gran contribución de la ICARDA, y que esperamos que se repita en Colombia el próximo año. Porque si hay algo que hace falta en América Latina es impulsar su desarrollo territorial, como la seguridad.

-¿Qué lecciones aprendidas durante su gestión considera más relevantes para heredar a las nuevas generaciones en la lucha contra el hambre?

Yo creo que la FAO va aprendiendo cada día que pasa, creo que hoy día tiene claro que el tema del hambre es, sobre todo, un tema político. Yo creo que es la gran lección. No es un tema de encontrar una tecnología de riego, o una semillita aquí o un producto allá que va a eliminar el hambre.

Hay una historia muy conocida. En los años 70, la FAO fue a buscar a México, a Norman Borlaug, a la época un científico que hacía experimentos con maíz, sorgo y arroz y lo llevó a la India, para reproducir ese experimento con muchos resultados, buenos resultados, resultados que evitaron una hambruna en India a la época, a inicios de los años 70.

Pero esa forma de combatir el hambre, vía tecnológica, debía tener un apoyo político. Si estas variedades, sus productos no se difundieran y no se implementarán, poco resultado daría. Eso fue lo que aprendió la FAO, que habría que trabajar la política, por encima de todo.

Y yo creo que en esa perspectiva hacia es que vamos caminando ahora. Y en esos momentos difíciles que pasa el mundo, trabajar el tema de la política con los países miembros, es lo más importante.

-¿Cuál es el programa que usted considera más significativo realizado durante su gestión al frente de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe?

Yo creo que uno de los programas más importantes de la FAO Regional América Latina, fue impulsar los Frentes Parlamentarios Contra el Hambre. Eso ha sido un modelo hoy día reproducido en distintas partes del mundo. Involucrar no solamente el Poder Ejecutivo, los gobiernos, sino también sus parlamentarios en el combate al hambre, es fundamental. Y sobre todo porque, para asegurar que el combate al hambre sea permanente vamos a necesitar de leyes. Incluso vamos a necesitar incluir en la Constitución de cada país el derecho humano a la alimentación adecuada.

Y no solo ese programa, la región fue pionera en implementar un programa América Latina Sin Hambre 2025. Deberíamos en este, que estamos celebrando 80 años, celebrar el fin del hambre en la región. Desafortunadamente no es lo que vamos a encontrar con los datos que tenemos disponible. Hay mucha hambre todavía en algunos países hay un retroceso, pero eso se debe, sobre todo, a las políticas que no se han implementado, o al retroceso del compromiso de países en combatir el hambre.

Y yo creo que cada vez es más importante que la seguridad alimentaria, la alimentación, es un derecho humano. No es cualquier cosa, es un derecho fundamental de la vida. Yo creo que para eso estamos.

Entrevista