Luiz Beduschi, oficial principal de políticas en desarrollo territorial: “La inversión en bioeconomía nos permite combatir el hambre y la pobreza sin poner en riesgo la riqueza natural de la Amazonía”
La Amazonía tiene cerca 8,5 millones de kilómetros cuadrados, alberga el 10 % de la biodiversidad terrestre y cerca del 20 % del agua dulce del mundo.
08/12/2025 , Santiago
©FAO/Cristina Arancibia
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) apoya a los países de la región amazónica para tener un modelo de bioeconomía que favorezca la transformación rural inclusiva, mejore la productividad y el bienestar sin comprometer el equilibrio del ecosistema. Para conocer más sobre estos esfuerzos y su impacto en la región, conversamos con Luiz Carlos Beduschi, Oficial Principal de Políticas en Desarrollo Territorial para América Latina y el Caribe.
La Amazonía es uno de los territorios más afectados por la crisis climática. ¿Por qué la FAO considera que la bioeconomía es una oportunidad estratégica para impulsar el desarrollo sostenible en la región?
La Amazonía es un territorio clave en la lucha contra el cambio climático y la FAO está comprometida, preocupada y ocupada en buscar soluciones que promuevan el desarrollo económico y que mejore la calidad de vida de las personas sin perjudicar el medioambiente.
En este contexto, vemos que la bioeconomía emerge como una alternativa que nos permite combatir el hambre y la pobreza sin poner en riesgo la riqueza natural de la Amazonía. La oportunidad de negocio para la bioeconomía circular se estima en 7,7 billones de dólares para 2030, pero la actual participación de la región es del 0,17 %, una cifra que refleja el enorme potencial de crecimiento siempre y cuando las inversiones se alineen con métricas rigurosas de sostenibilidad ambiental y descarbonización.
¿Cuál es el trabajo que realiza la FAO para hacer realidad un modelo de bioeconomía que aproveche el potencial de la Amazonía?
En 2024, la FAO junto con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), inició la construcción del Programa de Bioeconomía Amazónica que involucra a los ocho países que la componen (Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela). Para ello, utilizamos información geoespacial, biofísica y socioeconómica ofrecidas por la iniciativa Mano de la mano para identificar y elaborar estrategias de inversión a la medida. Hasta ahora el programa se centra en la creación de ecosistemas digitales que impulsen la trazabilidad de productos amazónicos seleccionados y el fortalecimiento de los bienes públicos; y en la gestión sostenible de la pesca, con acuerdos regulatorios regionales que permitan mejorar su comercialización.
Este programa busca movilizar más de 70 millones de USD con una tasa interna de retorno (TIR) esperada del 17,6 % y un valor actual neto (VAN) de 23 millones de USD. Con esto esperamos mejorar los medios de vida de 14 500 beneficiarios directos y 57 000 indirectos.
El programa de inversiones en bioeconomía amazónica se presentó en el Tercer Diálogo Bio-amazónico de Manaos y en el Foro Mundial de Inversiones en Roma. ¿Cuál fue el objetivo de llevar la propuesta a estos espacios?
Contar con espacios de intercambio de cooperación es fundamental para impulsar a los países y otras instituciones a apoyar el desarrollo del programa de Bioeconomía. En ese sentido, ambos eventos mencionados fueron clave para conversar en torno a la propuesta, mejorarla y aprender de otras experiencias en la región. En Manaos, por ejemplo, compartimos con representantes de instituciones como el Banco de Brasil, Instituto de Recursos Mundiales y el Fondo Vale. Estas entidades promueven modelos de cooperación que combinan conocimiento técnico, financiamiento y desarrollo territorial inclusivo para consolidar la base del Programa de inversiones en Bioeconomía Amazónica de la Iniciativa Mano de la mano.
Por otra parte, en el Foro Mundial de Inversiones presentamos el programa, ya más robustecido, frente a representantes del sector privado, banca multilateral, gobiernos e instituciones comprometidas con la transformación de los sistemas agroalimentarios, para buscar recursos que nos permitan hacer realidad estos planes de inversión en pesca sostenible y la creación de ecosistemas digitales.
¿Qué papel juegan las comunidades dentro de este proceso y cómo se ha asegurado su participación?
Las comunidades rurales y los pueblos amazónicos son el corazón de este proceso. No queremos que sean solo beneficiarios pasivos, porque ellos son los guardianes de los territorios. En la Amazonía viven más de 50 millones de personas, incluidas 400 comunidades indígenas. Entonces las soluciones que ofrecemos tienen que considerar sus culturas y tradiciones, sus preocupaciones y sus oportunidades.
En la construcción del programa de inversiones en bioeconomía amazónica hemos compartido con ellos en los Diálogos Amazónicos que hemos realizado, para escucharlos y tomar en consideración sus puntos de vista. Además, hemos estado con ellos en sus comunidades, lo cual es muy importante para tener una perspectiva en terreno. En la Semana de la Amazonía, por ejemplo, los participantes visitaron la Escuela Santa Luzia, en la Isla Baixio, donde la educación, el fortalecimiento de una mejor producción y la solidaridad comunitaria se unen para proteger la selva y construir un futuro y una vida mejor. Esta actividad también permitió visibilizar los avances de las políticas en los países amazónicos y del sector financiero en torno a inversiones habilitantes que impulsan la transformación productiva y sostenible de la región.
¿Cuáles son los próximos pasos para consolidar el programa de bioeconomía amazónica?
Los próximos pasos para consolidar el programa de bioeconomía amazónica son convertir los compromisos en gobernanza efectiva, inversiones y resultados locales en territorios específicos. Desde la FAO reafirmamos que la acción climática global debe avanzar en armonía con el bioma amazónico, protegiendo su biodiversidad y creando sistemas agroalimentarios más eficientes, resilientes y sostenibles.
Primero, profundizaremos la cooperación con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) para fortalecer la coordinación regional, sumar nuevos socios del ámbito público, privado y de la cooperación internacional, y poner en marcha las propuestas de inversión acordadas por los países. El objetivo es escalar soluciones en las que los sectores agropecuario y pesquero formen parte de la respuesta a la crisis climática, generen empleo e ingresos y aseguren que nadie quede atrás. Además, ampliaremos la inclusión digital rural mediante la implementación de 100 ecosistemas digitales que integren infraestructura, servicios y aplicaciones —como banca digital y comercio electrónico—, de modo que los productores de bienes libres de deforestación puedan acceder a mercados sostenibles y aumentar su productividad con valor añadido.
En segundo lugar, la incorporación de tecnología de trazabilidad para determinados productos forestales no maderables busca abrir nuevas oportunidades al alinear las cadenas de valor locales con los estrictos requisitos de importación de la Unión Europea. Se espera que esta medida eleve la productividad y la producción de valor agregado, generando nuevas fuentes de empleo e ingresos. Estas inversiones beneficiarán directamente a 5 000 familias productoras de açaí y cacao en la Amazonía brasileña y apoyarán indirectamente a hasta 45 000 personas.
En tercer lugar, avanzaremos en inversiones productivas estratégicas. Una de las iniciativas fortalecerá la pesca amazónica de bagres migratorios, reduciendo costos logísticos mediante mejoras en el transporte y brindando asistencia técnica para un manejo responsable. Con una inversión estimada de 41 millones de USD, se proyecta mejorar la viabilidad de la pesca artesanal, incrementar los ingresos per cápita de 9 500 familias y beneficiar indirectamente a otras 12 000 personas, además de abrir nuevas oportunidades de valor agregado y sostenibilidad a lo largo de la cadena.