El rescate del “oro blanco”: agricultores indígenas de Colombia recuperan el cultivo de algodón
Con el apoyo de la cooperación entre la FAO y los gobiernos de Brasil y Colombia, la familia indígena Timote Chila combina prácticas agrícolas ancestrales, técnicas sostenibles y tecnologías para recuperar el suelo e incrementar la producción de algodón en Tolima.

©FAO/Palova Brito
En el municipio colombiano de Coyaima, departamento de Tolima, en la vereda Lomas de Guaguarco, viven Eduvin Timote, su esposa Alix Chila Yara y su hijo Armando Timote Chila, agricultores familiares indígenas de la etnia Pijao. Ellos son el ejemplo concreto de cómo el intercambio de conocimientos, las buenas prácticas agrícolas y la cooperación entre países pueden contribuir para una mejor producción y una mejor vida para las familias rurales.
En su finca ubicada a casi 200 kilómetros de la capital Bogotá, la familia Timote Chila cultiva el algodón como sinónimo del rescate de una tradición ancestral, donde las técnicas agrícolas pasaban de generación en generación, en un pasado donde este cultivo era considerado el “oro blanco”.
Desde el año 2017, el agricultor familiar, que es concejal por las comunidades indígenas y gobernador del cabildo indígena Guaguarco Palmarosa, decidió unirse al proyecto +Algodón Colombia, una iniciativa de cooperación Sur-Sur trilateral desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) de Colombia, en el marco del Programa de Cooperación Internacional Brasil-FAO.
A través del trabajo conjunto entre la FAO y los gobiernos de Brasil y de Colombia, Eduvin y Alix convirtieron una hectárea de su finca en una Unidad de Cultivo Piloto (UCP), nombrada Los Braciles; un espacio donde las antiguas costumbres agrícolas se fusionaron con prácticas que respetan el medioambiente e innovaciones modernas, con ensayos, implementación y validación de diversas técnicas y buenas prácticas agrícolas, además del uso de tecnologías adaptadas.
Año tras año, el cultivo en la finca piloto fue transformándose. La tierra, antes agotada, comenzó a regenerarse y el algodón empezó a crecer, ocupando toda la hectárea. Gracias a la asistencia técnica brindada, la familia Timote Chila aprendió a recuperar la calidad del suelo con el cultivo del algodón en asociación con el sésamo (ajonjolí). También fueron desarrolladas buenas prácticas para la reducción del uso de pesticidas mediante el control biológico de plagas.
Se logró duplicar la producción en la parcela demostrativa de una hectárea, pasando de 1,5 toneladas por hectárea de algodón semilla en la primera temporada sembrada (2018), a tres toneladas por hectárea en la temporada de 2021 y tres toneladas de algodón en rama en 2024.
Los aprendizajes obtenidos en la parcela piloto también fueron aplicados en las otras ocho hectáreas que forman parte de su finca, que le generó una cosecha de más 20 toneladas. “El algodón genera empleo para nuestros compañeros”, afirmó Eduvin.
Pero más allá de los números, lo que verdaderamente emociona el agricultor es el impacto cultural de su trabajo con el algodón. "Estoy rescatando nuestra cultura", recalcó al ver cómo su trabajo ayuda a preservar las tradiciones agrícolas de los indígenas Pijao, tan ligadas al cultivo del algodón.
Además, la familia también garantizó la seguridad alimentaria por medio del cultivo del maíz en asociación con el algodón pues se implementó una huerta casera para el autoconsumo de hortalizas, generando alimento para su familia. "Gracias al proyecto, hoy cultivo sin químicos. Nosotros trabajamos, por ejemplo, con ají, con jabón, con ajo", señaló con orgullo el agricultor.
El ingeniero Ruben Perdomo, técnico de campo de FAO en la región de Tolima-Huila, explica que fueron utilizados productos caseros para el manejo y prevención de enfermedades en la parcela. “Hoy, usamos extractos de plantas y unos productos de muy bajo impacto a la persona, a las abejas, al medioambiente”.
Asimismo, se implementó el uso de la sembradora rotativa lo que permitió la reducción de costos de la siembra y la obtención de una mayor producción frente a los sistemas tradicionales.
La cooperación entre la FAO y los gobiernos de Brasil y Colombia también apoyó el fortalecimiento de capacidades por medio de giras técnicas y capacitaciones, como días de campo, organizadas por la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (AGROSAVIA), la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) y el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) del Espinal, gracias a las cuales, la familia Timote Chila y su comunidad conocieron nuevas prácticas y tecnologías.
El proyecto extendió sus raíces a los amigos y familiares de Eduvin y Alix que también se sumaron al cultivo de algodón, viendo en este rubro una oportunidad para mejorar sus vidas, hecho que motiva a su comunidad a sembrar algodón. Para el agricultor, el apoyo de la cooperación fue muy importante: “nos ha dado buenas habilidades a nuestro campo y a nuestros indígenas”, comentó Eduvin.
A su vez, Alix, siempre al frente de su tienda, convirtió su local en un punto de encuentro para compartir conocimientos. La comunidad se reúne allí, discutiendo las buenas prácticas agrícolas, las nuevas técnicas aprendidas y también los retos para el acceso a semillas más económicas y los precios fluctuantes del mercado del algodón.
La familia no solo mejoró su producción, sino también su calidad de vida. Su hijo estudia en la escuela agrícola del SENA, en Espinal, motivado por el ejemplo que ha visto en el proyecto, esperando servir a su comunidad. Con los ingresos obtenidos, renovaron su vivienda y mejoraron la cocina.
Gracias a la cooperación Sur-Sur desarrollada las prácticas ancestrales de la etnia Pijao se han revitalizado como parte del trabajo de rescate del cultivo de la fibra desde las manos de pueblos originarios que tienen en el algodón una tradición transmitida entre generaciones.
Con una mirada firme hacia el futuro, Eduvin y Alix saben que el proyecto ha sembrado en ellos y en su comunidad algo más que semillas: el rescate el oro blanco.