Goretty Cueto Buelvas
“Lo que me motivó a empezar [el comedor comunitario] es presenciar de primera mano cómo los niños padecen enfermedades debido al hambre”
FAO
16/10/2024
La ciudad colombiana de Cartagena de Indias ha sido durante mucho tiempo un destino privilegiado para los turistas, que acuden aquí para experimentar su variedad de culturas y tradiciones, caminar por sus calles adoquinadas con casas coloniales coloridas y disfrutar de la alegría de su gente. Pero detrás de la belleza y la alegría, existe una realidad más cruda para muchos: Las tasas de pobreza extrema son altas aquí y, según una encuesta de 2022, casi la mitad de los hogares de Cartagena ingieren menos de tres comidas al día. Esto es particularmente cierto para las familias que viven en zonas como La Boquilla, un distrito ubicado a unos 10 km del centro histórico. Es el hogar de muchos niños migrantes que viven en casas sumergidas en los manglares, sin acceso a los alimentos nutritivos que necesitan para crecer y desarrollarse plenamente.
Goretty Cueto Buelvas, vive en Cartagena y observó la situación durante un tiempo mientras pensaba en maneras con las que podría marcar una diferencia en la comunidad. Su iniciativa se convirtió en Corazones Llenitos, un comedor comunitario que sirve comidas saludables a niños migrantes de La Boquilla y a sus madres.
Además de ofrecer 3 comidas calientes a la semana, el comedor ofrece capacitaciones para padres sobre cómo crear hábitos saludables y cocinar comidas nutritivas sin gastar mucho dinero.
“[Los cursos] están eliminando los estereotipos de que comer sano es caro”, dice.
“Parte de lo que me motivó a mí y a mi familia a iniciar este trabajo comunitario es presenciar de primera mano cómo estos niños padecen enfermedades debido al hambre que estaban pasando”, explica.
Conocidos y amigos de Goretty ayudan a financiar el comedor, junto con la Fundación Dremo, una organización creada para apoyar iniciativas sociales, que también aporta gran parte de los voluntarios que mantienen en funcionamiento el comedor.
Juntos, asisten a unos 60 niños y a sus madres, para muchas de las cuales el comedor proporciona la única comida caliente del día.
“Cuando afectas a un niño, afectas a generaciones enteras, así que corre y dales de comer”, dice Goretty.
“Todos podemos sembrar una semilla y transformar vidas en una comunidad”, dice. “Y eso es lo que hacemos, sabiendo que la acción de una persona puede alegrar los días de niños en situaciones de extrema vulnerabilidad”.