María Piñán
“Como mujeres indígenas somos custodias de las semillas, [y] de la vida y la cultura de nuestros pueblos”.
16/10/2024
Ecuador
Para María Piñán, cultivar como lo hacían sus ancestros es algo más que preservar la tradición.
“Es un acto de resistencia y de amor a la tierra”, dice esta mujer de 38 años del cantón Cotacachi, en el norte del Ecuador.
“Como mujeres indígenas somos custodias de las semillas, de la vida y la cultura de nuestros pueblos.”
Y están organizadas. María forma parte del Comité Central de Mujeres de UNORCAC, la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi. Ella ha sido testigo, a lo largo de los años, de cómo las mujeres de su comunidad se han organizado para mantener la seguridad y soberanía alimentarias, conservando las semillas autóctonas que sus ancestros plantaron durante siglos, y con ello la biodiversidad de su territorio.
Desde 2003, cada año organizan en Cotacachi una feria de semillas llamada “Muyu Raymi”, un espacio cultural andino donde indígenas de lugares cercanos y lejanos intercambian variedades ancestrales de cultivos como el maíz y el frijol. Además de preservar la identidad cultural de las comunidades indígenas, esta feria garantiza el acceso a alimentos saludables.
La feria también es un elemento clave para conservar la “Chakra Andina”, un sistema agrícola indígena ancestral, que es la base de la gastronomía, la medicina y los rituales de agradecimiento a la Pachamama, o Madre Tierra.
Fue reconocido como uno de los Sistema importantes del patrimonio agrícola mundial (SIPAM) por la FAO en 2023.
“El reconocimiento SIPAM no es solo para el país, sino también para la agricultura familiar campesina y para las mujeres rurales,” afirmó María.
A lo largo de los años, las mujeres han podido fortalecer sus capacidades como productoras con el apoyo del Mecanismo para Bosques y Fincas, que proporciona apoyo financiero y asistencia técnica a organizaciones de productores forestales y agrícolas que han diversificado agroecosistemas como la UNORCAC.
La financiación ha dado visibilidad y reconocimiento a la labor de las mujeres, les ha permitido añadir más valor a sus productos y mejorar la comercialización de los productos andinos. En conjunto, ha fortalecido los medios de vida de las mujeres y ha hecho que su sistema agroalimentario sea más sostenible, al preservar el paisaje local.
María Piñan y las mujeres de la UNORCAC están transmitiendo ahora sus conocimientos a una nueva generación y han creado espacios para sensibilizar a los jóvenes, sobre la importancia de mantener la Chakra Andina y su patrimonio agroalimentario.
“Nuestras niñas y mujeres heredan la sabiduría de la Chakra Andina,” dice, “para garantizar nuestra soberanía alimentaria.”